sábado, 17 de marzo de 2012

698 Aniversario de la Muerte de Jacques de Molay

18 de Marzo de 1314 + 18 de marzo del 2012 
Un Pater Noster en su memoria...
Un Mártir, un ideal, una hermandad...

698 Aniversario de la Muerte de Jacques de Molay, Quemado vivo, bajo torturas, siendo Inocente, hoy en el PERGAMINO DE CHINON, que la Iglesia Católica ha hecho Publico su contenido, donde se demuestra la inocencia de este mártie y la Orden del Temple.

En 1307, el Papa Clemente V, Beltrán de Goth y el rey de Francia Felipe IV "El Hermoso"Conspiraron y ordenaron la detención de Jacques de Molay bajo la falsa acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría (ver Baphomet). Molay declaró y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían sido impuestos; aunque con posterioridad se retractó, y por ello en 1314 fue quemado vivo frente a la Catedral de Nôtre Dame, donde nuevamente volvió a retractarse, en forma pública, de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamando la inocencia de la Orden , maldiciendo a los culpables de la conspiración:
« "Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir." "Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año..."»

En el plazo de un año, dicha maldición supúsose que comenzaba a cumplirse, con la muerte de Clemente V († 20 de abril de 1314); de Felipe IV (según Maurice Druon, a causa de un accidente cerebrovascular durante una expedición de caza el 29 de noviembre de 1314) ; y finalmente de Guillermo de Nogaret (envenenado ese mismo año).

TRADUCCIÓN DEL PERGAMINO DE CHINON
En nombre de Dios, Amén. Estamos a merced del titulo de Cardenal Berenguer Sacerdotes Santos Nereo y Aquiles, y el título de San Stefano, en Termis Ciriaco, y Landolfo, Cardenal diacono con el titulo de Sant´Angelo, señalamos a nadie Visioner este documento y el publico de la siguiente manera: después de esto, recientemente, el Santo Padre y nuestro Señor Clement, por la divina Providencia Sumo Pontifice de la Santa Iglesia Universal y de Roma, porque lo que se informa por la voz publica y la denuncia de la quema del ilustre rey de los francos, y prelados duques, condes, barones y otros nobles y los nobles del reino de Francia había de encargar una investigación contra un numero de monjes, sacerdotes, caballeros, sargentos y preceptores de la orden de la Milicia del Templo de los hechos que se refieren tanto a los frailes como la fe católica y la situación de la orden, y para el que fueron hechas públicamente difamado, el mismo papa, con ganas de conocer el significado y pura, plena y compleja verdad sobre los altos dignatarios de la orden, es decir, el fraile Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden General de los Templarios, y los frailes de Raymbaud Caron, preceptor en el extranjero, y el Preceptor de los Caballeros Templarios Hugues mansiones de Perraud en Francia, Geoffroy de Gonneville en Aquitania y Poitou, Goeffroy de Charny, en Normandía, y ordeno nos instruyo con un mandato especial y explícitamente permitidos por el oráculo de manos libres, por lo que , acompañado de notarios públicos y testigos creíbles, investigar cuidadosamente la verdad contra el gran maestro y otros tutores superior designado por el interrogatorio de uno en uno estrictamente.
Nosotros, por lo tanto, de conformidad con la orden y la tarea que nos han sido confiadas por el pontífice dijo nuestro Señor y supremo, investigamos el gran maestro mencionados y tutores, el interrogatorio de cerca en lo anterior y como sigue a continuación, lo hicimos escrito por los notorios que han anotado al final, y en presencia de los testigos firmaron las mismas cosas que dijo por los templarios y sus confesiones, ordenó que éstos también se escriben en forma abierta y se hace aún más valiosa por la garantía de nuestros sellos.
En tres mil octavo centenario del nacimiento el Señor en la sexta llamada, el día diecisiete de agosto y en el tercer año de pontificado de nuestro Señor el Papa Clemente V, en el castillo de Chinon, en la diócesis de Tours, el monje Raymbaud de Caron, preceptor de Ultramar y Caballero de la Orden de los Templarios, formaron antes mencionado nos cardenales juraron en los santos Evangelios de Dios, tocar el libro, para decir la verdad pura y completa sobre sí mismo tanto de cada persona y los monjes de la orden y el orden en sí, particularmente sobre los asuntos que afectan a la fe católica y la situación de ese orden, las demás personas y los frailes de la misma Orden, cuidadosamente interrogado sobre el tiempo y cómo entró en la orden dice que, de hecho alrededor de cuarenta y tres años que se convirtió en un caballero, y fue aceptado en el templo por el Hermano Roncelin de Fos, entonces profesor de la provincia de Provenza, en el lugar de Richarenchis en la diócesis de Carpentras o Saint-Paul-Trois-Chateaux, en la capilla del templo mansión de ese lugar.. Y en esa ocasión el profesor no le dijo nada mas que bueno, pero poco después de que otros monjes se habían ido, sólo el mismo sargento, y el declarante estaban solos, el sargento le mostró una cruz, sin embargo, no recuerdo si es o no figura la imagen del crucifijo, todavía cree que hubo, pintados o tallados. Y el monje dijo: “Es mejor que usted niegue esto.” Y el declarante, no creer en el pecado, él dijo:” Y yo negar. Del mismo modo, el sargento le dijo entonces a mantener la continencia o la castidad, pero si no hubiera tenido éxito, hubiera sido mejor si no hubiera hecho en secreto, que en publico. Dijo que su negación lo que hizo, no con convicción, pero en palabras. Luego dijo que el día después de que el había revelado el obispo de Carpentras, su pariente que se encontraba en ese lugar, quien le dijo que había hecho mal y que había pecado: ¿Por qué confeso el mismo obispo que ordeno la penitencia que, en cuanto a lo que dijo, lo hizo.
Interrogado después en el vicio de la sodomía dijo que nunca la había practicado, de manera activa ni pasiva, ni lo había oído decir que los templarios practicaban ese vicio, salvo que solo tres de ellos que, por ese vicio, fueron sentenciados a prisión vivió en el castillo de Chateau-Pelerin. Cuando se le pregunto si los hermanos están en la orden recibida de la misma manera que fue recibido, dio que no lo sabia, ya que no recibió ni llegó a aceptar a nadie, salvo dos o tres monjes de los cuales no sabia si se había negado Cristo o no. Cuando se le pregunto acerca de los nombres de los hermanos dijo que la bienvenida a un hermano cuyo nombre era Pedro, a quien no conoce el apellido. Consultado sobre esa edad cuando se convirtió en monje en el orden, dijo que el tenia unos diecisiete años.
Cuando se le pregunto en relación a escupir sobre la cruz, la cabeza en forma de ídolo y no dijo nada acerca de ellos, añadiendo que jamás había oído hablar de esta cabeza hasta que lo oí decir a nuestro Señor el papa Clemente en el año que pasó. Cuando se le preguntó acerca de ese beso, dijo el hermano Rossolini, cuando el había recibido como un monje, que había besado en la boca a otros besos no dijo nada acerca de ellos. Cuando se le pregunto si quería permanecer en reposo en esta confesión, si hubiera dicho la verdad, y si se había movido algo mal o había dejado fuera algo real, dice que desea mantener firme en su confesión ahora en libertad y han dicho la verdad, y que en que había algo no mezclados falsa o se omite toda la verdad. Cuando le preguntaron si había confesado tan pronto como las cosas por encargo, por dinero, gratitud, simpatía, miedo o el odio o la incitación de una persona o por temor a la tortura, dijo que no. Cuando le preguntaron si fue arrestado después de la s preguntas fueron formuladas o habían sido torturados dijo que no. Y por ultimo, el mismo fraile Raymbaud, se arrodillo y junto las manos delante de nosotros pidió perdón y misericordia para con los hechos probados, y puesto que era el mismo monje Raymbaud exigentes estas cosas, abjuro en nuestras manos ahora revelada, y en cualquier otra herejía y por segunda vez , la grabación del libro, juro por los santos Evangelios de Dios, que iba a obedecer los preceptos de la Iglesia y tomó, creer y tener fe en que la Santa Madre Católica Romana tiene, dice, predica y enseña y las ordenes ser observado por otros, y que habían vivido y muerto un cristiano fiel. Después de este juramento que el Cardenal, en virtud de concessaci especialmente por el Papa en este lugar, se realizo el fraile Raymbaud mismo, quien pidio humildemente el beneficio de la absolución de la pena de excomunión en la que, por las cosas que reveló por primera vez, se comprometió, quite la unidad de la Iglesia y el retorno a la comunión de los fieles y de los sacramentos de la Iglesia.
Del mismo modo, el mismo día, se formo en persona, en presencia de nosotros los notarios y testigos de la firma del hermano de Geoffroy de Gonneville cuidadosamente interrogado sobre el tiempo y la forma de su recepción y las demás cosas antes mencionadas, que se dice aproximadamente veintiocho años, que fue aceptado como un monje de la orden de los Templarios de Robert de Torville, caballero templario y tutor de su casa en Inglaterra, cerca de Londres, en la capilla del templo casa de esa ciudad. Y en esa ocasión, el templario que le recibieron, después de haber entregado el manto de la orden, le mostraba una cruz pintada sobre un determinado libro y le dijo que era necesario rechazar la imagen de alguien que fue descrito, y como el acolito no lo haría, el profesor insistió en que el hizo mucho. Como no quiero hacer esto de alguna manera, el templo, ya sus fuerzas, dijo: ¿jura usted que si yo le ahorrara tiempo de hacerlo, sin embargo, decir que hizo esta denegación si pedimos a este hombre? Y dijo que si, y prometió que si había sido interrogado por cualquiera de los hermanos, dijo que han hecho de la negación, así que lo que dijo, no negó nada. La plantilla de la sede también dijo que era necesario para escupir en la cruz antes de muestra, y puesto que no quieren hacerlo, el templario puso una mano en la cruz y dijo: “Spit al menos en mi mano”. Temiendo que el templario quite su mano y parte del esputo caería en la cruz, no le escupió en la mano, pero en el suelo cerca de la cruz. Interrogado estrechamente en el vicio de la sodomía, sull´idolo en forma de cabeza, sobre los hechos los besos y otras en las que se difama a los templarios no dijo nada acerca de ellos. Preguntado sobre si otros monjes de la orden, se recibió de la misma manera en que fue recibido, dijo que creía que, como sucedió con el durante su entrada se menciono anteriormente, que sucede a los demás. Cuando le preguntaron si había confesado tan pronto como las cosas en la demanda, el precio, la simpatía, gratitud, el miedo o el odio o la incitación de una persona o forzado, o por temor a la tortura, dijo que no.
Después de lo que los Cardenales, en la forma y las formas escritas anteriormente, creemos que el mismo hermano Geoffroy de Gonneville, que abjuro en nuestras manos ahora revelada, y cualquier herejía otros, y juro por los Santos Evangelios de Dios requiere humildad también el beneficio de la absolución de estos actos, fue a recibir el beneficio de la absolución de las formas de la iglesia, el mismo se lo llevara y el restablecimiento de la unidad de la iglesia de la comunión de los fieles y de los sacramentos de la iglesia.
Del mismo modo, los diecinueve días del mes en curso, se formo en la presencia de nosotros personalmente y los mismos testigos y notarios Hugues de Perraud, caballero, maestro del Templo de las mansiones en Francia, tocar el libro, juro por los Santos Evangelios de Dios en forma y en el formulario anterior.
Y el monje le dijo Hugo, tras lo cual, como ya se menciono, se comprometió, cuando se le pregunto como entro en la orden, dice que ha sido aceptado en Lyon, el templo casa de esa ciudad, en la capilla de la mansión, pasando cuarenta y seis años mas o menos, el día de la fiesta de María Magdalena passatoa siguiente, y lo acogió como un fraile de la orden de los hermanos de Hubert Perraud, caballero templario, y su tío, el visitante de las mansiones de la Orden en Francia y en Poitou. Descansaron el manto de la orden en el cuello, hecho que, de otro hermano llamado Juan, que fue tutor de Muceo, tomo parte en la capilla, y algunos mostratagli cruz en la que fue pintada la imagen de la cruz, le ordeno que niegan la imagen de aquel que fue representado: estos como hemos dicho, como pudo, con la oposición. Sin embargo, al final, asustados por la intimidación y las amenazas de que el hermano de Juan, denuncio la imagen pintada, pero solo una vez. Sin embargo incluso si dicho fray Juan, le ordeno que muchas veces a escupir en la cruz, dijo, el no lo haría. Cuando le preguntaron si había besado a los templarios que habían recibido el dijo que si, pero solo en la boca. Interrogado sobre el vicio de la sodomía, que el dijo que nunca se impuso, y nunca cometió. Cuando le preguntaron si había recibido alguna orden dijo que si: muchas personas y en muchos casos, mas que cualquier otro templo vivo en orden. Interrogado sobre la forma en que otros recibieron dijo que después de la ceremonia de entrada, mantas entregadas, un requisito para cada uno de los acepta o niega el crucifijo y lo beso en la nalga, sull´ombellico y, posteriormente, en la boca. También dijo que les advirtió que se abstenga de tener relaciones sexuales con mujeres, y si no pudo contener el deseo de unirse con sus hermanos.
Por su juramento también dijo que su negación de que el hizo cuando fue recibido en la orden y que las demás condiciones impuestas a los que fueron aceptadas por el, había hecho solo las palabras y no la intención. Preguntado por que lo hizo y por que le duele, como lo hizo sin intención, respondió que como los estatutos dicen que los hábitos de orden, y siempre había esperado que se elimino ese error. Preguntado sobre si alguno de los seguidores se negó a escupir o hacer otras acciones reprensibles por él mismo mencionó un poco antes, dijo que a medida que impuso a los monjes que dio la bienvenida para unirse sexual entre hermanos, sin embargo, nunca, se le ocurrió, ni ha oído hablar de alguien que había cometido el pecado, a excepción de dos o tres hermanos que en Terra de Ultramar, para que el vicio, había sido encarcelado en la fortaleza de Chateau- Pelerin. Cuando se le pregunta si desea o no se si todos los monjes de la orden es recibido en la forma en que saludo a los otros, dijo que no sabia con seguridad, excepto para si y para los que habían tomado personalmente, como los templarios son bienvenidos en orden en un procedimiento tan secreto, que nada puede ser conocido, sino por aquellos que están presentes en la ceremonia de entrada.
Al preguntarle si creía que la aceptan son recibidos de esta manera, dijo que creía que la misma practica se sigue manteniendo para dar cabida a otros, tal como se practicaba para dar cabida a el y que el mismo había observado en aquellos que habían aceptado. Preguntas sull´idolo forma de la cabeza, que se dice que es adorado por los templarios, dijo que vio el fraile en Montpellier mostratogli Pierre Allemandin, preceptor de ese lugar, y que la cabeza era el hermano Pedro.
Pregunto cuantos años tenia cuando recibió la orden dijo que había oído a su madre que tenia dieciocho años. También dijo que una vez que había confesado a estos hechos, en presencia del monje inquisidor Guillaume de Paris o un comisionado, y que esta confesión fue escrita por la mano de ese maestro que entra aquí, Amigos de Orleans, y algunos otros notarios públicos. De ello se desprende que la confesión como verdad, y en eso, y en todo lo que estoy de acuerdo con eso quiero permanecer parado, y si el mismo sin su confesión, como he dicho antes el inquisidor o el comisario, es algo mas, ratifica, aprueba y confirma. Preguntado sobre si ha confesado que estas cosas solo en la demanda, por dinero, gratitud, simpatía, miedo o el odio o la incitación de una persona o por temor a la tortura, dijo que no. Cuando le preguntaron si fue arrestado después de las preguntas fueron formuladas o habían sido torturados dijo que no. Después de lo que los cardenales en la forma y las formas escritas anteriormente, creemos que el mismo hermano Hugo, quien abjuro en nuestras manos ahora revelada, y cualquier herejía otros, y juro por los Santos Evangelios de Dios, También pide humildemente en beneficio de la absolución estos hechos, se daría el beneficio de la absolución de las formas de la iglesia, el mismo lo llevara a la Iglesia y el retorno a la comunión de los fieles y los sacramentos de las Iglesia.
Del mismo modo, el veinte de este mes, en presencia de nosotros y de los notarios y los testigos, en persona, constituye el fraile Jacques de Molay, Gran Maestre de la caballería del templo, después de que juro y fue interrogado cuidadosamente sobre la forma y la forma descrita anteriormente, dijo que se trata cuarenta y dos años ya que en Beune en la diócesis de Autun, fue acogido como un fraile de la orden, a través del caballero templario Hubert de Perraud, a continuación, visitar Francia y Poitou, en la capilla de la mansión de ese lugar. ¿Y como entró en la orden, dijo que lo que lo llevo primero a fijar su capa, mostró una cruz determinados, le dijo que negar a Dios, cuya imagen fue pintada en la propia cruz y escupir sobre el, algo que lo hizo, y aun no escupir en la cruz, sino sobre el terreno, dijo. Dijo que esta negación no en palabras, sin intención. Interrogado estrechamente en el vicio de la sodomía, sull´idolo en forma de cabeza y los besos inmorales, dijo nada acerca de ellos. Cuando le preguntaron si había confesado tan pronto como las cosas por encargo, por dinero, gratitud, simpatía, miedo o el odio a la incitación de una persona o por temor a la tortura, dijo que no. Cuando le preguntaron si fue arrestado después de las preguntas fueron formuladas o habían sido torturados dijo que no. Después de lo que los Cardenales en la forma y las formas escritas anteriormente, creemos que el mismo hermano Jacques, el Gran Maestre, que abjuro en nuestras manos ahora revelada, y cualquier herejía otros, y juro por los Santos Evangelios de Dios requiere también la humildad del beneficio de la absolución de estos actos, fue a recibir el beneficio de la absolución de las formas de la iglesia, el mismo lo llevara a la Iglesia y el retorno a la comunión de los fieles y de las sacramentos ecclesastici.
El mismo día 20. el hermano mencionado Geoffrey de Gonneville, formado en la presencia de nosotros y de los notarios y los testigos, ratificado, aprobado y confirmado su confesión voluntaria y libremente por encima, lettagli públicamente en su propio idioma, declarando su intención de mantenerse firme mucho en esta confesión, porque incluso en lo que ya declaró una vez mas, en estos hechos, antes de que el inquisidor o inquisidores, ya que esta coincide con la confesión hecha ante nosotros y de los notarios y los textos mencionados, y que de adhiere a ambas religiones, y si la misma confesión, como se dijo ante el inquisidor o de los interrogadores, hay algo más. Ratifica, aprueba y confirma.
20 días en que el citado profesor Hermano Hugues de Perraud, formado en la presencia de nosotros y de los notarios y los testigos, en forma similar y la forma espontánea y libremente ratificado, aprobado y confirmado su confesión sobre lettagli públicamente en su idioma. Como prueba de ello, ordenó que las confesiones y todos los hechos que se describen anteriormente, antes de nosotros y el mismo notario y los testigos, y de hecho a nosotros mismos como arriba se comentan con ser escrito, una vez escrita en forma de publico Robert de Condet, el clérigo de la diócesis de Soissons y notario por la autoridad apostólica, que estuvo presente con nosotros y de los notarios y el texto a continuación, tiene la carga de nuestros sellos.
Estos hechos tuvieron lugar en el año, nell´indizione en el mes, en los días en el papado y el lugar mencionados anteriormente, en presencia de nosotros, los notarios públicos Autoridad Apostólica Umberto Vercellana, Nicolo Nicolai de Benevento, recordando Robert de Condet Amis de Orleans y el profesor dijo que las ratificaciones, y de los testigos convocados especialmente para esto: el Hermano religioso Raymond, Abad del monasterio de San Teoffredo Orden de San Benito en la diócesis de Annecy, y los caballeros exigentes Bernard Boiano, Arcediano de Troy, Raoul de Boseta, penitenciario y canónigo de París y Pierre de Soir, guardián de la iglesia de Saint_Gaucery de Cambresis.
(S.T)Y soy el mismo Robert de Condet, el clérigo de la Diócesis de Soissons, un notario público por la autoridad apostólica, fui testigo de todos los hechos que se describen más arriba en la presencia de los padres reverendos, los cardenales se han mencionado, para mi, y las de los demás los notarios y los testigos, y por orden de los cardenales mismo escribió esta confianza publica y, previa solicitud, yo lo seleccionaron en forma abierta, marcados con el signo de mi obra.
(S.T)Y que acabo de mencionar Umberto Vercellana, el clérigo de Beziers, un notario publico por la autoridad apostólica, asistí a las confesiones y todos los hechos que se describen más arriba en la presencia de los cardenales y el anterior es más ampliamente, esta gracia de estas juntas los notarios y los testigos antes mencionados y por orden de los cardenales mismo, una mayor garantía de que he firmado este instrumento en publico y que han autenticado mi signo acción.
Y Nicola di Benevento, un notario público designado por la autoridad apostólica, ha asistido a todas las confesiones individuales y otros hechos mencionados en la presencia de los cardenales y el anterior es más ampliamente, esta gracia de estos junto a los notarios y los testigos antes mencionados y por orden de los cardenales mismo, una mayor garantía he firmado este instrumento en público y tengo mi notario autentica signo (S.T)
(S.T) Y le dije Amis de Orleans ratificaciones, escribano y notario publico por la autoridad de la Santa Iglesia de Roma, fui testigo de las confesiones o declaraciones y cualquier otro evento individual en presencia de los padres y los cardenales y el anterior es mas longitud de contenido, estuvo presente junto con los notarios y los testigos antes mencionados y por orden de los cardenales mismo testimonio de la verdad, yo mismo, previa petición, en esta confianza del público y he hecho mi signo autenticado.

viernes, 16 de marzo de 2012



Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma,
os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y
de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

MENSAJE DEL SANTO PADRE
SU SANTIDAD EL PAPA BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2012
«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)
Queridos hermanos y hermanas



La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en laesperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.


1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.


El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solícita y atenta providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdaderoalter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. El Siervo de Dios Pablo VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta. enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).


La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre. En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19). En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los derechos del pobre, el malvado es incapaz de conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza.
El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no sólo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último. En la Sagrada Escritura leemos: «Reprende al sabio y te amará. Da consejos al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo y crecerá su doctrina» (Pr 9,8ss). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado (cf. Mt 18,15). El verbo usado para definir la corrección fraterna —elenchein—es el mismo que indica la misión profética, propia de los cristianos, que denuncian una generación que se entrega al mal (cf. Ef 5,11). La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de «corregir al que se equivoca». Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano. El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1). En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.
2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad.
Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así. El apóstol Pablo invita a buscar lo que «fomente la paz y la mutua edificación» (Rm 14,19), tratando de «agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación» (ib. 15,2), sin buscar el propio beneficio «sino el de la mayoría, para que se salven» (1 Co 10,33). Esta corrección y exhortación mutua, con espíritu de humildad y de caridad, debe formar parte de la vida de la comunidad cristiana.
Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo. La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos. Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).


3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.
Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24) nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad, el camino constante en la vida espiritual, a aspirar a los carismas superiores y a una caridad cada vez más alta y fecunda (cf. 1 Co 12,31-13,13). La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.
Lamentablemente, siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos ha dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal (cf. Lc 12,21b; 1 Tm 6,18). Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien no avanza, retrocede. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31). Al reconocer y proclamar beatos y santos a algunos cristianos ejemplares, la sabiduría de la Iglesia tiene también por objeto suscitar el deseo de imitar sus virtudes. San Pablo exhorta: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua.
 Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

BENEDICTO XVI